El juego del Monopoly es, sin ninguna duda, el gran clásico, el imprescindible en las mesas de todos los amantes del entretenimiento. Centenares de miles de imperios hoteleros se han construido para disfrute de otras tantas familias, grupos de amigos e incluso timbas clandestinas. Más de 500 millones de jugadores hasta 1999, según el Libro Guiness de los récords. Pero no siempre el juego inmobiliario por antonomasia estuvo al servicio del capital. Hoy, desde Viviendea, os queremos contar la verdadera historia del Monopoly, un juego que nació para educar a la sociedad del siglo XIX en valores de economía social, equitativa y antimonopolio. La historia de cómo el gran Capital es capaz de absorber –y pervertir– hasta algo, a priori, tan inocente como un juego.
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- Sinopsis
- Elizabeth J. Maggie y la primera versión del juego
- Normas del juego de Prosperidad
- Normas del juego de Monopolio
- Objetivo del juego
- Desarrollo del juego
- Charles Darrow y “su” Monopoly
- Cesión de Elizabeth a Parker Brothers
- Conclusión y autoría
- Datos Curiosos
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Desde Viviendea os contamos la historia de cómo el gran Capital es capaz de absorber –y pervertir– hasta algo, a priori, tan inocente como un juego
- La historia ha querido reconocer la autoría del juego del Monopoly a Charles Darrow, un vendedor de calefactores en paro del sureste de Pensilvania que lo patentó en 1935 con su actual nombre. Habían pasado más de 30 años desde que la escritora, periodista y actriz feminista, Elizabeth J. Magie desarrollara El Juego del propietario (“The Landlord’s Game”), un juego sospechosamente similar (al menos una de sus partes) pero con fines completamente opuestos.
- Elizabeth (Lizzie), nació en Macomb, Illinois, en 1866, en el seno de una familia abolicionista. Su padre, James Magie, fue editor de periódicos y acompañó a Abraham Lincoln (contrario a la esclavitud pero no abolicionista), durante su gira por Illinois en la década de 1850. Lizzie bebió de las teorías económicas de Henry George (“Progress and Poverty”) y fue una firme defensora del sistema de impuesto único Georgiano. Sobre esas bases construyó su versión primigenia del Monopoly, juego que patentó en 1904 para demostrar los efectos negativos económicos de monopolismo del terreno y el uso del Impuesto sobre Bienes Inmuebles como remedio. En Viviendea ya os hemos hablado de la necesidad de transformación de un mercado que, como veis, ya estaba cuestionado desde hace mucho. En realidad se trataba de dos juegos en uno. Estampado sobre un circuito (algo que ya era novedoso en la época) calles y ciudades se ponían a la venta. Pero lo inédito era que estableció dos normativas. Las reglas de dos juegos con un mismo tablero, con unas mismas fichas.
- Según las instrucciones de «Prosperidad», cada jugador ganaba cada vez que alguien adquiría una nueva propiedad gracias al gravamen aplicado al valor de la tierra, y el juego era ganado por todos (sí, habéis leído bien, por todos) cuando el jugador que había empezado con menos dinero lo duplicaba.
- Bajo el conjunto de reglas «Monopolistas», por el contrario, los jugadores compiten por adquirir propiedades y cobrar una tasa a los desafortunados que pasan por ella. Aquí, quien logra arruinar al resto, se convierte en el ganador único. Suena bastante parecido al Monopoly (¿no os parece?).
- El objetivo de los conjuntos de reglas, según Lizzie, era que los jugadores experimentaran una «demostración práctica del actual sistema de apropiación de tierras con todos sus resultados y consecuencias habituales» y, por lo tanto, entendieran cómo se alcanzan diferentes resultados sociales según el enfoque que se le dé a la propiedad. Desde Viviendea compartimos ese fin pedagógico dado que entendemos que la compra de un inmueble es una de las inversiones más importantes de nuestra vida.
- Elizabeth Magie J. Magie se casó a los 44 años y juntos patentaron una versión revisada del juego en 1924 e incluso, siguiendo el mismo patrón, comercializaron otros juegos similires pero que transcurren en otros lugares como grandes almacenes… Por dos veces, Lizzie, intentó que Parker Brothers comercializara su juego pero en ambas ocasiones se negó aduciendo que era “demasiado político”. Mientras tanto, su práctica se circunscribía al ámbito universitario y, en muchos casos, con tableros manufacturados por los propios usuarios.
- La versión monopolista del juego fue la que Charles Darrow –quien ha trascendido como el inventor del Monopoly– patentó en 1935. Darrow era un vendedor de calefactores en paro a quien le agudizó el ingenio el crack del 29 y la Gran Depresión. Tras un primer intento infructuoso de venderle la licencia a la empresa juguetera Parker Brothers, decidió comercializarlo personalmente, construyendo el tablero y las fichas manualmente. El considerable éxito obtenido hizo que la compañía volviera a llamar a su puerta y adquiriera el juego de mesa que resultaría el más jugado de la historia. Darrow, por su parte, se convirtió en el primer diseñador de juegos de mesa millonario.
- Lizzie, ante el éxito del Monopoly de Darrow y Parker Brothers (que evitó la quiebra gracias a los más de dos millones de copias del juego vendidos en 1937), decidió ceder y vender la licencia de El Juego del propietario (“The Landlord’s Game”) por 500 dólares y el compromiso de la compañía de adquirir sus dos siguientes creaciones.
- El nombre de Elizabeth J. Magie (más tarde Phillips, al adquirir el apellido de su marido) permaneció oculto, hasta que Ralph Anspach (1926), un profesor de economía en la Universidad Estatal de San Francisco (California) lo sacó de los cajones del olvido. En 1972, Anspach creó “Anti-Monopoly”, un juego de mesa donde la estrategia se basaba en la competición entre monopolistas y pequeños empresarios. Un año después, Parker Brothers demandó a Anspach por infringir los derechos de autor y se inició un proceso judicial de nueve años (perdido por la empresa) y que, inevitablemente, sacó a la luz la figura de Lizzie Magie, reconocida ya por todos como la autora original del Monopoly.
10. Datos curiosos
- Soltera a los 40 años, Lizzie era independiente y orgullosa de ello. Para demostrarlo, hizo uso de un truco publicitario: sacó un anuncio en un periódico ofreciéndose como «joven esclava estadounidense» a la venta al mejor postor. Su objetivo, dijo a los sorprendidos lectores, era resaltar la posición subordinada de las mujeres en la sociedad. «No somos máquinas» -dijo-. «Las chicas tienen mentes, deseos, esperanzas y ambiciones».
- Durante la Segunda Guerra Mundial, el servicio secreto británico, mediante organizaciones benéficas inexistentes, hizo uso del juego para tratar de ayudar a presos a salir de las cárceles, metiendo dentro de las cajas todo tipo de artefactos que pudieran ser útiles para tales fines. Se insertaron mapas de escape, brújulas y archivos dentro del tablero.
- En una ocasión metieron billetes reales. No se habían equivocado en la fábrica ni era una broma. Los fabricantes anunciaron que habían introducido dinero de verdad en una de las cajas del juego. El afortunado que lo compró fue un francés que ganó 20.580 euros. Además, en otros 79 sets también podían encontrarse más billetes, aunque en menor cantidad económica.
- En 1972, el funcionario de Obras Públicas de Atlantic City, Nueva Jersey (la ciudad real en la cual está basado el juego), amenazó con cambiar el nombre de las avenidas Báltica y Mediterráneo (las originales), pero el clamor del público vetó el proyecto de ley. En Viviendea también tenemos algunos nombres de calle importantes, esos en los que ya se han creado grupos suficientes para que empiece la construcción de sus viviendas a medida.
- El personaje que aparece en la cárcel es Jake the Jailbird, un famoso delincuente de la época al que mandó a prisión el agente Edgar Mallory.
- La versión más cara del juego fue producida en San Francisco por el célebre joyero, Sidney Mobell. El juego, valuado en 2 millones de dólares, contiene un tablero de oro de 23 quilates y dados con diamantes incrustados.
No entres en el juego. Buscar vivienda no es jugar al Monopoly.
¿Buscas Vivienda o viviendeas?
Super interesante entrada, un poco de historia siempre abre los ojos y alimenta el alma. Gracias.